LA POESIA DE EDUARDO APODACA
  Entrevista de Dolors Alberola a Ana Muela
 

Titulo:
Conversamos con Ana Muela Sopeña

Texto seleccionado por: Dolors Alberola el 03 -07- 2007

Titular y fuente:
Una mujer, poeta y profesora de piano, para la que la poesía, aparte de ser su segunda piel, es un reencantamiento del mundo a través de la palabra, que nos une por encima de cualquier ideología social, política o religiosa.





¿QUÉ NO ES LA POESÍA?


Primero voy a exponer lo que para mí es la poesía. La poesía es un reencantamiento del mundo a través de la palabra, el ritmo y los recursos literario-poéticos. Todo ello debe producir un retorno a la mirada singular de la infancia o de la persona sin domesticar por los condicionamientos sociales. Algunos opinan que la poesía no sirve para nada: discrepo, creo que la poesía devuelve al ser humano la mirada abierta desde el misterio. Leer y escribir poesía desarrollan una cosmovisión creadora y singular.

La poesía no es sólo una expresión de sentimientos o una terapia. Ha de devenir universal. Aunque el poeta exprese una emoción particular, a través de los versos debe convertirse en algo que pueda conmover a cualquier persona que habite en cualquier lugar del planeta.

Fanática del ritmo y de la acentuación, me decanto por la belleza de la música. Soy profesora de Piano y la musicalidad en los versos es importantísima para mí.


CUÉNTANOS DESDE CUÁNDO ESCRIBES Y CÓMO EMPEZASTE.



Escribo poesía desde 1979. Tenía 18 años y una sobreabundancia de sentimientos. Quería plasmar un mundo interno personal, a veces simbólico y críptico y otras romántico o crítico.

Hasta noviembre de 2006 he cultivado la poesía como una afición. Escribía unos 30 poemas al año, sin pretensiones. Desde noviembre de 2006, tras la muerte de Eduardo Apodaca (compañero de vida y de poesía) sufrí un golpe tan brutal que me puse a escribir sin parar. Escribí, a modo de catarsis, unos 250 poemas, todos de duelo. Después, en enero de 2007, retorné a escribir sobre temas diversos. Ahora no puedo dejar de escribir ni un solo día, la poesía se ha convertido en mi segunda piel. Llevo un diario y registro los sueños desde 1979. Al mismo tiempo he escrito algunos cuentos.


CINCO POETAS QUE INFLUYAN EN TU POESÍA.


Hay muchos poetas que han influido en mí. Si tengo que elegir cinco me quedo con San Juan de la Cruz, Antonio Machado, Borges, Emily Dickinson y Kavafis.

San Juan de la Cruz por la mística y profundidad. Me atrapan sus versos, la belleza y serenidad se amalgaman con el arrebato y la pasión. Cuando la mística se junta con la lírica el resultado es milagroso.

Antonio Machado es para mí el poeta español por excelencia. Sobriedad, elegancia, profundidad, belleza, ritmo y cadencia perfectos. Lenguaje magistral, emoción justa. Jamás me canso de leer a Antonio Machado.

Borges es el poeta culto por excelencia. Supo poetizar sobre cantidad de temas fascinantes. Me encantan su poema “El ajedrez” y sus constantes alusiones a la cábala.

Emily Dickinson es la lírica pura. Tiene un lenguaje misterioso y me produce reverencia leer a esta poetisa que vivió recluida en el hogar paterno casi toda su vida. Es una de las mujeres que han entendido mejor la poesía de toda la historia. Y, sin duda, es la mejor poeta de Estados Unidos.

Kavafis me apasiona. Su estilo es coloquial. No emplea metáforas. Tiene un ritmo fabuloso y nos ha dejado poemas tan sensacionales que jamás nos cansamos de leer: “La ciudad” o “Viaje a Ítaca”.



¿SURREALISMO O CLARIDAD EN LOS VERSOS?



Me gustan muchos estilos en la escritura poética. Entre los 19 y 21 cultivé el surrealismo.

Me gusta el estilo coloquial de Jaime Gil de Biedma. También la poesía simbólica de Cirlot. La lírica de la generación del 27. Las metáforas súper elaboradas de Antonio Gamoneda. A veces me gusta leer poemas extraños y complicados en cuanto al lenguaje, pero no me gusta lo rebuscado ni un exceso de adjetivación. Otras, me decanto por los autores que transmiten una filosofía, como Fernando Pessoa. He aprendido a amar mucho estilos y modos de escribir.




A QUÉ NO LE HAS ESCRITO NUNCA NINGÚN POEMA?



No he escrito nunca un poema a una cucaracha.



¿LEES POESÍA EN OTRAS LENGUAS O DE OTROS PAÍSES?


Leo en inglés y en portugués. Siempre procuro comprar ediciones bilingües para degustar el poema en su idioma original. He leído a Eminescu, el poeta rumano de las flores y de los cuentos de hadas. A los románticos ingleses: Wordsworth, John Keats, Milton; a los franceses: Baudelaire, Mallarmé, Verlaine, Rimbaud; a los italianos: Dante y Leopardi, que adoro por la belleza de su lenguaje. A algunos alemanes: Goethe, Rilke, Hölderlin. Adoro a los portugueses Eugenio da Andrade y a Fernando Pessoa, por supuesto.
Amo y disfruto a Kavafis y Safo de Grecia. Los norteamericanos Edgar Allan Poe, Emily Dickinson y Walt Withman.
Me gustan mucho Blanca Varela, peruana; y el mexicano Octavio Paz. También la argentina Alejandra Pizarnik.

Por último la poesía oriental: clásica china y poesía japonesa. Como no conozco la lengua japonesa suelo comprar libros en edición bilingüe: castellano, romaji (versión latina del idioma japonés). El japonés leído suena precioso y me encanta pronunciarlo en voz alta. Me gustan mucho los haikus y los tankas.


¿QUÉ LIBRO DE POEMAS LLEVAS ENTRE MANOS? CUÉNTANOS ALGO.



En este momento estoy leyendo la obra completa de Jaime Gil de Biedma. El libro se titula “Las personas del verbo”. Me resulta mágica la forma de escribir de este autor. No hay metáforas, no hay casi imágenes poéticas. Consigue, a través de un coloquialismo sutil y muy armónico, transmitir todo un universo poético y su cosmovisión del mundo. Estoy quedándome gratamente sorprendida con la lectura de su poesía.




TU POEMA PERSONAL FAVORITO. DÉJANOS LEERLO.



HEMOS VIVIDO EN TODAS LAS CIUDADES


Hemos vivido en todas las ciudades

y todos los poblados de la tierra;

en vidas anteriores a esta vida

y existencias de mundos paralelos.

Tú y yo hemos caminado de la mano

por las noches de Praga y sus cafés;

por las plazas de Roma y sus palomas;

y entre los Carnavales de Venecia.

Hemos ido al futuro en astronave;

y degustado líquidos sintéticos;

pastillas de colores como hidratos;

y visto nuestra Tierra desolada.

En ceremonias griegas de alto grado,

los misterios de Eleusis, te encontré.

Y después, de sarcófagos egipcios

tuvimos la gran suerte de escapar.

Hemos pactado siempre sin fricciones

para la libertad de la conciencia.

He sido paleolítica en las cuevas

y me has traído carne de mamut;

he curtido las pieles en Groenlandia

para que glaciaciones no te helaran.

Nos hemos divertido en los harenes

cuando tú eras Sultán y yo doncella;

y también hemos ido a fiestas báquicas

y siempre rescataste mi sentir.

Yo fui sacerdotisa en Babilonia

y tú tuviste cargo militar;

y... hemos aprendido de los quechuas

a interpretar los códigos sin claves.

En Atenas me diste un camafeo

que aún lo llevo grabado en el espíritu;

y yo te entregué en Quito una flor blanca

que aún conservas en páginas doradas.

La vida por el mundo ha sido bella

pero yo siempre te he echado de menos

cuando en otros planetas tú has vivido

con las bellas Sirianas y Arturianas.

Recuerdo cuando yo fui virgen-maya

y tuve que escapar de las masacres

y me tiraste lianas a aquel pozo

para escapar de tantos destructores.

Ahora sólo podemos habitar

fuera de las ciudades o del tiempo.



Ana Muela Sopeña




PONNOS UN POEMA QUE TE GUSTE, DE TU AUTOR FAVORITO.



Voy a poner un hermoso poema de Rainer María Rilke. Más que un autor favorito tengo poemas favoritos de diferentes autores.



OCTAVA ELEGÍA DE DUÍNO. Rilke.


Con todos los ojos ve la criatura
lo abierto. Pero nuestros ojos están
como al revés, y completamente en torno suyo,
la cercan como trampas, alrededor de su libre salida.
Sólo sabemos lo que hay afuera por la cara del animal,
pues ya desde el principio volteamos al niño
y lo forzamos a que vea de espaldas la creación,
no lo abierto, que en la mirada animal es tan profundo.
Libre de la muerte. Sólo nosotros la vemos;
el libre animal tiene su final siempre detrás
y delante de sí a Dios, y cuando anda, anda
en la eternidad, como andan las fuentes.
Nunca tenemos, ni siquiera un solo día, el espacio puro
delante de nosotros, donde las flores se abren
interminablemente. Siempre está el mundo,
y nunca ninguna parte sin no: la pura, la no vigilada,
la que uno respira e interminablemente conoce y no
anhela. De niño se pierde uno tranquilamente en ella
y nos despiertan a sacudidas. O alguien muere y ya.
Porque cerca de la muerte uno ya no ve a la muerte,
y mira fijamente hacia afuera, quizás con gran mirada
animal. Los amantes -si no estuviera el otro,
que obstruye la vista- se acercan y se asombran...
Como por equivocación, está abierto para ellos detrás
del otro... Pero ninguno avanza y el mundo se queda
de nuevo para él. Siempre vueltos hacia la creación,
vemos solamente sobre ella el reflejo de lo libre,
oscurecido por nosotros. O que un animal, mudo, alza
los ojos tranquilamente y ve a través y a través de nosotros.
Esto se llama destino. Estar en frente y nada más que eso,
y siempre en frente.
Si existiera una conciencia como la nuestra en el seguro
animal que viene hacia nosotros en otra dirección,
nos volcaría con su paso. Pero su ser es para él
infinito, inasible, no tiene vista hacia su condición; es
puro, tal como su mirada abierta hacia delante. Y donde
nosotros vemos el futuro, ahí él ve el todo, y a sí mismo
en el todo, y salvado para siempre.
Y sin embargo hay en el vigilante, cálido animal
el peso y la inquietud de una gran melancolía.
Pues él también siempre lleva consigo lo que a nosotros
con frecuencia nos abruma, el recuerdo,
como si el sitio hacia donde corremos como impelidos,
alguna vez hubiera estado más cerca, hubiese sido más
leal, su contacto infinitamente tierno. Aquí todo
es distancia, allá todo era aliento. Después
de su primer hogar el segundo es para él híbrido
y mudable. Oh, santidad de la criatura pequeña,
que permanece siempre en el vientre que la parió.
Oh, suerte del mosquito, que aun adentro retoza,
incluso en sus bodas: pues el vientre es todo.
Y mira, la media seguridad del pájaro que, desde
su origen, casi conoce ambas cosas, como si fuera un alma
de los etruscos, salida de un muerto, a quien
un espacio acogió, pero con la figura yacente como tapa.
Y qué perplejo está quien debe volar, y proviene
de un vientre. Como espantado de sí mismo, zigzaguea
en el aire, como cuando una grieta se abre en una taza.
Así cruza el rastro del murciélago la porcelana del anochecer.
Y nosotros: siempre espectadores, en todas partes,
¡vueltos hacia el todo, nunca hacia afuera! El todo
nos colma. Lo ordenamos. Se desintegra. Lo volvemos
a ordenar y nos desintegramos nosotros mismos.
¿Quién nos ha volteado así, que hagamos lo que hagamos,
mantenemos la actitud de alguien que se va? Como quien,
desde la última colina, que le muestra una vez más todo
su valle, voltea, se detiene, permanece un momento,
así vivimos nosotros, y siempre nos estamos despidiendo

Rainer María Rilke

 
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