El escritor bilbaíno Eduardo Apodaca, una de las voces más singulares de la poesía urbana del último cuarto de siglo, falleció el pasado sábado en la capital vizcaína, víctima de una insuficiencia cardiorrespiratoria. Al parecer, la muerte le sobrevino el pasado sábado, cuando se encontraba descansando a la hora de la siesta en su domicilio. Una amiga avisó el domingo a la autoridad, ante el hecho de que el escritor no hubiera acudido a una cita del día anterior. Eduardo José Apodaca Urquijo (Bilbao, 1952) es autor de una obra poética de perfiles singulares, que está recogida en dos volúmenes, 'Introducción a la tierra' (San Sebastián, 1991) y 'Sus ojos diminutos' (San Sebastián, 2004).
Colaboró en diversas publicaciones poéticas vascas, como 'Kurpil', y 'Kantil', en San Sebastián, en donde aparecieron sus primeros poemas, así como en 'Zurgai', de Bilbao. Su discreción le hizo ser en público casi como un poeta invisible para la realidad, pero consecuente hasta el límite, que no tuvo nunca especial obsesión por publicar o comparecer en sociedad.
Aunque había publicado con anterioridad un libro de poemas en edición marginal, la primera aparición de su poesía tuvo lugar en 1991, en el volumen bilingüe 'Introducción a la Tierra'/ 'Lurrerako atari gisa', que reúne sus poemas escritos entre 1968 y 1988. Apodaca, que había estudiado Filosofía en la Universidad de Deusto, y se sentía muy interesado por la poesía anglosajoana -fue también profesor de inglés-, ofrece en este volumen, publicado en la colección 'Poesía Vasca hoy', de la Universidad del País Vasco, una poesía depurada, dirigida al interior del mundo, y llena de respiración humanista y aspiración a la libertad.
Cuando se presentó este volumen antológico, que fue traducido al euskera por Luigi Anselmi y lleva una introducción de Iñaki Ezkerra, Eduardo Apodaca declaró que en él se encontraba «toda la obra que admito como mía». En realidad recogía en esencia los libros 'Introducción a la Tierra' y 'El errático', así como otros poemas inéditos. La extensa entrevista publicada en la edición de la poesía que hizo la Universidad del País Vasco, queda como el testimonio y testamento del valor de su sentido literario, de su claridad y vindicación de la libertad: «El futuro -decía allí Apodaca- tiene infinitas posibilidades y, por tanto, no tiene fin».
La obra poética de Eduardo Apodaca ha sido estudiada por Jon Obeso Ruiz de Gordoa, quien le dedicó un ensayo en 2005, así como por el poeta portugués Joaquim de Montezuma de Carvalho, quien publicó algunos artículos en revistas y periódicos del país vecino.
El escritor había expresado su especial satisfacción por la publicación, en 2004 por Bermingham Edit., de su último libro, 'Sus ojos diminutos'. Era el primer pronunciamiento de Apodaca desde aquel volumen de 1991 con toda su obra anterior, que el escritor bilbaíno consideraba «la única razón para entender la vida, si ésta fuera comprensible en su totalidad».
Tras las inquietudes y planteamientos estéticos de aquella poesía de 'Introducción a la Tierra', en 'Sus ojos diminutos' el poeta busca, además del cuerpo del lenguaje, su sensualidad; su posibilidad no sólo de sugerencia, sino de contención y apropiación de la música.
Apodaca participó en varias antologías y, durante años, fue adicto a la tertulia literaria en Bilbao. En 'Sus ojos diminutos' está toda la geografía emocional y sentimental del poeta urbano de Bilbao, ciudad a la que cantó de especial manera.