LA POESIA DE EDUARDO APODACA
  ENTREVISTA J.L. MERINO EN EL PAIS
 

ENTREVISTA: EDUARDO APODACA Poeta

"La poesía es un rescate de algo que está perdido"


JOSÉ LUIS MERINO - Bilbao - 25/08/2004 


Eduardo Apodaca (Bilbao, 1952) comenzó en 1978 a publicar poemas en revistas y algún periódico. En 1991, la UPV editó su Introducción a la tierra, que recoge la poesía escrita entre 1968 y 1988. Ahora acaba de publicar Sus ojos diminutos (Bermingham), con poemas redactados de 1992 a 1998.

Pregunta. ¿Es Bilbao una ciudad salvaje, alegre, triste e histérica, tal cual la memora?

Respuesta. Es una ciudad salvaje, como todas. Las personas tenemos bastante de salvaje, y probablemente más de otras cosas. Lo que me gusta de Bilbao es que esté rodeada de monte. Y eso nos trae a la mente o a la memoria una visión bastante salvaje. Los montes parece que están ordenados, como en un círculo. Las calles y los montes parece que están interpenetrados.

P. ¿Existe alguna representación simbólica cuando alude al vuelo de vencejos, gorriones, golondrinas y murciélagos?

R. Hasta el 68 las golondrinas venían al centro de Bilbao; ahora no. Cuando las veía entonces comprendía los versos de Bécquer, "con el ala en sus cristales jugando llamarán".

P. Junta en un poema, liebres, ratones, madrigueras y distancias. ¿Son imágenes proclives al surrealismo?

R. No hay un límite entre qué es real y qué es surreal. Lo creamos o no, estamos conviviendo liebres, homo sapiens, ratones. A las liebres y ratones podemos atribuirles como una magia. Todo es muy real, porque, de hecho, coexistimos.

P. ¿Es un defecto o su principal virtud que la poesía no pueda ser realidad?

R. Me acuerdo de un verso de Borges, que es el final de un poema, donde dice: "Desgraciadamente el mundo es real". Los poetas no nos conformamos con esto, porque desgraciadamente el mundo es real, pero queremos que no sea. Los poetas no es que queramos huir de la realidad, sino que tratamos de invadir nuevos territorios, que existen en nuestra mente, relacionada con el sentimiento, la imaginación.

P. ¿En sus poemas habita la nostalgia de lo perdido?

R. Habita la nostalgia del olvido, y también de lo perdido. Existe la nostalgia del Paraíso, porque podemos crear el Paraíso con nuestra imaginación. Pero también la imaginación puede referirse al pasado, donde vivimos el mundo de otra forma; cuando lo vivimos como inmortales. En la infancia somos inmortales. Incluso hasta los cuarenta años somos inmortales. Sí, podemos morirnos, pero eso es una cosa de estadística. Después de los cuarenta sabemos que lo mismo vivimos que morimos. En realidad, la poesía hace que la nostalgia siempre se refiera a lo perdido. La poesía es un rescate de algo que está perdido.

P. Pone epígrafes de Mallarmé, Clare, Gimferrer, Eliot y Juan Ramón Jiménez. ¿Qué otros poetas prefiere? Me remonto a mi historia personal como lector. Con 15 años tengo acceso a las rimas de Bécquer. Me gusta su sutilidad, su mundo imposible. Es el poeta de lo impalpable. Luego leo a Juan Ramón Jiménez. Descubro con él que en la poesía cabe toda la vida cotidiana y que cualquier cosa es susceptible, si eres buen autor, de transformarse en materia poética y en poesía. Después me gustó mucho Cernuda. Tiene bastante de Juan Ramón Jiménez al principio, el espíritu de Bécquer lo mantiene siempre, y me gustaba de Cernuda que fuera el poeta del deseo, además de un poeta que protesta contra un mundo que nos ha sido dado. Descubro más tarde a los románticos ingleses, especialmente Wordsworth y Keats. Wordsworth sabe trazar poesía con elementos mínimos, y en vez de contar y contar cosas, lo que hace es esencializarlo, reduciéndolo a unos principales momentos emotivos. Keats es el arquetipo del poeta. Es un poeta de la poesía, y esto para mí es muy importante. La poesía la ve como algo autónomo. Si me dijeran que diera el nombre de un poeta, diría John Keats. ¿Lleva mucho tiempo queriendo descifrar la melancolía?

R.

P.

R. No me preocupa. Alguien ha dicho que la tengo, pero yo digo que sólo existe el pasado, ya que el presente, en realidad, no existe, porque vivimos en un fluir. En cuanto pensamos en el presente, se ha ido.

P. ¿Siempre hay que decir más de lo que esconde el rumor de las palabras?

R. Sería ideal hacer un poema sólo con rumor de palabras.

P. ¿La simple ambición de escribir un poema basta para matarlo?

R. Lo que pasa es que escribimos sólo sobre poemas muertos, que cuando los estamos escribiendo ya han acontecido.

P. ¿Sólo se es fecundo al precio de ser rico en antítesis?

R. Creo que sí. Cuando estamos alegres, estamos tristes a la vez. La alegría encierra en sí la tristeza. Cuando somos viejos buscamos la juventud. La vejez encierra en sí la juventud.

P. ¿Se ha contenido para no ser pródigo en metáforas?

R. Prefiero no crear muchas imágenes seguidas. Si son seguidas pueden empalagar. Admiro a Cavafis que hizo una poesía sin imágenes. Es prácticamente caso único. Él lo llevó a cabo y le resultó.

 
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